Lo más habitual es que las personas desarrollen este problema tras tener un accidente de tráfico, experimentar ataques de pánico durante la conducción o haber recibido una preparación deficiente como conductor. La persona, entonces, percibe el tráfico como una amenaza, vive a los demás conductores como peligrosos y se siente incapaz de afrontar el reto de conducir.
Las situaciones más temidas suelen ser circular por vías con varios carriles, como autovías o autopistas, túneles, puentes, curvas, quedar atrapada en un atasco, etc.
Habitualmente, la persona teme tener o provocar un accidente, quedar herida o morir, atropellar a alguien, ser objeto del enfado o crítica de otros conductores, sufrir un ataque de pánico, un infarto o desmayarse durante la conducción.
Las reacciones de ansiedad tales como sudoración, taquicardia, respiración agitada o entrecortada, temblor, molestias digestivas, mareos, etc, provocan un malestar significativo y serias interferencias en la vida cotidiana. Su intensidad dependerá de las características de la carretera o lugar de conducción, velocidad, condiciones atmosféricas, densidad del tráfico, distancia a recorrer, momento del día, conducir solo o acompañado, tipo de vehículo, etc.
Todas estas conductas que aprende a utilizar la persona para evitar y aliviar su ansiedad, no son más que una "trampa" que mantiene y agrava su problema, ya que no le permiten demostrarse que pueden controlarla, ni tampoco le permiten habituarse a las situaciones, sensaciones o pensamientos y, mucho menos, comprobar que lo que piensan no ocurre (al menos no de una forma tan tremendista) y así percibir de una manera más realista sus miedos.
La RV se utiliza como herramienta para aplicar la Terapia de Exposición, una de las técnicas más eficaces de la terapia Cognitivo-Conductual para el tratamiento de los trastornos relacionados con la ansiedad, ya que la evitación es un aspecto central en el mantenimiento de estos problemas. Todos los miedos que superamos las personas a lo largo de la vida, resulta de hacer exposición; la primera vez que nos ponemos ante un volante o nos subimos a un avión, nos sentimos tensos o nerviosos, pero a medida que repetimos esa experiencia, el miedo termina por desaparecer. Más técnicamente, la terapia de Exposición consiste en afrontar de forma gradual y sistemática las situaciones que las personas temen y así conseguir habituarse a la situación tras las exposiciones repetidas, disminuyendo las interpretaciones amenazantes al comprobar que lo que se teme no ocurre, aumentando la autoeficacia y las expectativas de mejora hasta conseguir eliminar la ansiedad o el malestar. Para facilitar el afrontamiento y, como parte del tratamiento, se combina la terapia de Exposición con el entrenamiento en otras estrategias psicológicas para que la persona aprenda a manejar y controlar las emociones y pensamientos negativos, p. ej., técnicas de respiración controlada, relajación muscular , entrenamiento en autoinstrucciones, reestructuración de pensamientos negativos o entrenamiento en habilidades sociales.
Permite la exposición a situaciones que son impredecibles o de duración limitada (p. ej., conducción con lluvia, adelantamiento a un camión, etc.). La realidad virtual, elimina la posibilidad de sufrir un accidente, ya que el tratamiento se realiza en la consulta del terapeuta.