Suele producirse tras haber sufrido u observado un acontecimiento altamente traumático en el que está en juego la propia vida o la de otras personas. Los sucesos desencadenantes habituales son catástrofes naturales, accidentes, diagnóstico de enfermedades graves o agresiones causadas intencionadamente por otras personas (terrorismo, violación, asalto, maltrato familiar, etc,.). La reacción emocional característica es la aparición de flashbacks (imágenes muy vívidas como si se estuviera viviendo la experiencia de nuevo) ante situaciones que recuerden al trauma. Son frecuentes también las pesadillas. Las personas pueden sentirse inquietas, nerviosas, irritables, en estado de alerta y sobresaltarse fácilmente. Es habitual la aparición de trastornos del sueño, dificultades de concentración, depresión y se puede tener sentimientos de culpa o vergüenza. Las personas con estrés postraumático hacen esfuerzos para evitar o eliminar pensamientos y sentimientos dolorosos, evitan actividades o situaciones relacionadas con el trauma, pueden distanciarse de los demás y perder el interés en actividades.
Todas estas conductas que aprende a utilizar la persona para evitar y aliviar su ansiedad, no son más que una "trampa" que mantiene y agrava su problema, ya que no le permiten demostrarse que pueden controlarla, ni tampoco le permiten habituarse a las situaciones, sensaciones o pensamientos y, mucho menos, comprobar que lo que piensan no ocurre (al menos no de una forma tan tremendista) y así percibir de una manera más realista sus miedos.
La RV se utiliza como herramienta para aplicar la Terapia de Exposición, una de las técnicas más eficaces de la terapia Cognitivo-Conductual para el tratamiento de los trastornos relacionados con la ansiedad, ya que la evitación es un aspecto central en el mantenimiento de estos problemas. Todos los miedos que superamos las personas a lo largo de la vida, resulta de hacer exposición; la primera vez que nos ponemos ante un volante o nos subimos a un avión, nos sentimos tensos o nerviosos, pero a medida que repetimos esa experiencia, el miedo termina por desaparecer. Más técnicamente, la terapia de Exposición consiste en afrontar de forma gradual y sistemática las situaciones que las personas temen y así conseguir habituarse a la situación tras las exposiciones repetidas, disminuyendo las interpretaciones amenazantes al comprobar que lo que se teme no ocurre, aumentando la autoeficacia y las expectativas de mejora hasta conseguir eliminar la ansiedad o el malestar. Para facilitar el afrontamiento y, como parte del tratamiento, se combina la terapia de Exposición con el entrenamiento en otras estrategias psicológicas para que la persona aprenda a manejar y controlar las emociones y pensamientos negativos, p. ej., técnicas de respiración controlada, relajación muscular , entrenamiento en autoinstrucciones, reestructuración de pensamientos negativos o entrenamiento en habilidades sociales.